DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL PERÚ,
AUGUSTO BERNARDINO LEGUÍA SALCEDO,
CON OCASIÓN DE COLOCARSE LA PRIMERA
PIEDRA PARA EL
MONUMENTO AL PRIMER CONGRESO GENERAL
CONSTITUYENTE DEL
PERÚ, EL 20 DE SETIEMBRE DE 19221
Señores:
Con la intensa emoción explicable en quien, evocando
recuerdos propios, conmemora la fecha en que sus antepasados, mediante su
abnegación y la fuerza incontrastable de su propósito, lograron poner la piedra
millar de su estirpe, debemos celebrar la gloriosa efemérides en que los
fundadores de nuestra nacionalidad, animados de excelso patriotismo y
conscientes de la hora suprema en que les tocó actuar, asumieron la función que
es el símbolo, el credo y el impulso de los pueblos libres: la función
legislativa.
Cien años se cumplen hoy de la realización de tan magno
acontecimiento y al estallar nuestros espíritus en las efusiones más íntimas
del sentimiento democrático, cábenos una honda satisfacción y la ratificación
de una doctrina: la satisfacción de habernos hecho dignos de la tradición de
nuestros padres y la ratificación de la doctrina política que aquellos
consagraron.
Hemos, en efecto, sido leales a los principios que
proclamaron nuestros próceres. A través de luchas cruentas e incruentas, las
generaciones de la República han extendido cada vez más la órbita de la
soberanía popular, ya combatiendo contra los poderes extranjeros en que se
contempló una amenaza para hacerla efectiva y eficiente, ya imponiendo a
nuestros distintos regímenes el juramento de acatarla, ya, en fin,
diversificando las preciosas manifestaciones de la ciudadanía.
Correspóndenos ahora, con la experiencia adquirida y las
perspectivas del futuro, desplegar un perseverante y creciente esfuerzo para
enriquecer las conquistas democráticas, que son la atmósfera de las obras
perdurables.
No necesitáis vosotros, señores Representantes, que yo os lo
diga. Testigos y actores sois de una evolución trascendental que coronó el
noble anhelo de nuestros Legisladores primogénitos. Si los Luna Pizarro y los
Rodríguez de Mendoza, los Sánchez Carrión y los Mariátegui, destruyeron la
organización colonial, vosotros habéis consumado un hecho de análoga
proyección.
Aquellos nos emanciparon del dominador de afuera. Vosotros
nos habéis libertado del retrógrado de adentro.
Sea la tarea efectuada uno de los jalones con que nuestros
compatriotas marcan la ruta luminosa de la democracia; e invocando el inmortal
recuerdo de nuestros parlamentarios del 22 reiteremos nuestra voluntad
inquebrantable de luchar por aquella con la decisión de quien, impulsado por un
alto ideal, no vacila ante ningún género de sacrificios.
Mi Gobierno se enorgullece de haber afianzado la práctica de
vuestros generosos principios y, al congregaros en este día clásico en la casa
que ennobleció con su presencia la inmaculada figura del Protector San Martín, fundador
de nuestro primer Congreso, os confirma su fe absoluta en los frutos de vuestra
sabiduría y patriotismo, y os repite su efusiva felicitación por vuestra inolvidable
y fecunda labor.
Por el porvenir venturoso de nuestra patria, cuya mayoridad
conmemoramos y por el éxito triunfal de vosotros, señores Representantes,
salud.
1 Este discurso fue pronunciado, de conformidad
con el programa organizado por el Poder Legislativo, al mediodía del miércoles
20 de setiembre de 1922, en la Plaza del Congreso (actual Plaza José Faustino
Sánchez Carrión).
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